martes, 9 de enero de 2018

Mujeres científicas IV

Rosalind Franklin (1920-1958), fue una biofísica y cristalógrafa inglesa. Se graduó en Física y Química en 1941. En París, aprendió la técnica de difracción de Rayos X en la que se convertiría en una experta a nivel mundial y aplicaría, pocos años más tarde, a la molécula del ADN.

En su estancia en el King’s College, Rosalind Franklin mejoró el aparato para obtener imágenes con ADN, cambió el método y obtuvo fotografías, junto a su estudiante de doctorado Raymond Gosling, con una nitidez que nadie había conseguido antes.

En un seminario, Watson y Crick empezaron a conocer el trabajo de Rosalind Franklin y a utilizar sus datos. Un “compañero” de Rosalind, Wilkins, les fue mostrando las fotografías de Rosalind, casi siempre sin que ella lo supiera.

En 1953, cuando llevaban un año estancados en su investigación, vieron una fotografía de Rosalind, la famosa nº51 que les “aceleró el pulso”. Estas imágenes, más los datos de la charla de Rosalind Franklin de noviembre de 1951, y algunos datos más proporcionados por Wilkins, llevaron a Watson y Crick a su propuesta de la estructura del ADN y la publicaron en Nature en abril, solo un par de meses después de ver la número 51.
En 1951, Rosalind ya había escrito que sus resultados sugerían una estructura helicoidal con 2, 3 o 4 cadenas y con los grupos fosfato hacia el exterior. Esto lo escribió 16 meses antes del famoso artículo de Watson y Crick.

Ellos se adelantaron en su publicación, basada en el trabajo de Rosalind y en 1962 se les otorgó el premio Nobel por ese trabajo. No mencionaron a Rosalind.

Vera Rubin (1928-2016) nació en Filadelfia. Desde pequeña mostró interés por las estrellas que observaba con un telescopio fabricado por su padre.

Fue rechazada en la Universidad de Princeton porque no aceptaban mujeres en los estudios de astronomía así que estudió en la Universidad de Cornell. Se doctoró en la Universidad de Georgetown con una controvertida tesis que señalaba que las galaxias no se distribuían al azar sino que formaban grandes agrupaciones (cúmulos). Su trabajo fue rechazado por las revistas científicas Astronomical Journal Astrophysical Journal, pero sus hallazgos fueron confirmados 15 años después.

En 1965 Vera se convirtió en la primera mujer que tuvo acceso a utilizar los instrumentos del Observatorio Palomar. Su trabajo contradijo las normas en las que se basaba la astronomía de la época, pero gracias a su constancia y a su valor, demostró que en los bordes de las galaxias existía una masa densa e invisible que ejercía una fuerza sobre las estrellas Así, confirmó la teoría de la materia oscura que había quedado aparcada en los años 30. A través de sus observaciones, calculó, de manera conservadora, que más del 50% de la masa de las galaxias estaba formada por un halo de materia oscura.

Sus resultados fueron presentados a la Sociedad Astronómica Estadounidense en 1975, lo que llevó a los científicos a descubrir que en realidad el 90% de la masa de las galaxias es materia oscura. Hoy sabemos, aun sin haberla observado directamente, que el 27% del universo está formado por esta materia invisible (frente a un 5% de materia visible).

Sus mediciones supusieron en su momento la prueba más directa de la existencia de la materia oscura.

Su extraordinaria carrera le ha valido numerosos premios, entre los cuales se encuentra la Medalla de Oro de la Royal Astronomical Society que le fue otorgada en 1993. Durante décadas, su nombre sonaba en las quinielas para la obtención del Nobel pero nunca se lo concedieron.

Si quieres conocerlas mejor:

Rosalind Franklin


Vera Rubin





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